sábado, 3 de julio de 2021

Capitulo 25





Después de responder al beso que le diera la que cree su hermana, Carmelo se aparta de ella muy sofocado. Se lleva las manos a la cabeza.

--¡¡¡esto no puede ser, somos hermanos y gemelos¡¡

Antonia no quiere callar lo que siente. Lo quiere gritar al mundo:

--¿y porque yo te siento…?

Con nervios, pero con mucha dulzura le pone los dedos en los labios y aunque él desearía besarla y abrazarla le dice:

--no lo digas.

Lo dos se miran con ojos llorosos, con amor contenido. Carmelo se va deprisa pero en realidad no se aleja. Se queda escondido en el pasillo. Suspira sintiendo la presencia de Antonia. No esperaba una confesión por parte de ella. Antonia no quiere callar lo que iba diciendo y dice sin saber que Carmelo la está oyendo:

--¿porque te siento más como mi novio que como mi hermano.? ¿porque siente que me estoy enamorando de ti?

Las palabras de su hermana lo impactan. Le llegan muy a dentro. Por un lado le gusta y por el otro lo llena de remordimientos. Muy alterado el guapo adolescente entra en su cuarto. 

--yo lo siento igual... yo también siento que te quiero.

Él mismo se reprocha sus sentimientos. Se golpea la cabeza.

--¡¡eso está mal, eso es pecao¡¡¡es sucio¡¡¡por mucho que hayan cambiado los tiempos, lo que no se puede no se puede¡¡

Carmelo se estremece al recordar ese beso. Se acaricia el labio con deseo. Todo él vibra:

--mi primer beso. Es la primera vez que una chica me besa en los labios.

Su rostro está lleno de ternura. Él mismo se abofetea con fuerza para alejar sus pensamientos:

--¡¡eres un enfermo¡¡¡¡es tu hermana, tu hermana¡

Unas lágrimas deslizan por el rostro del chico.



Mientras, la verdadera madre del muchacho, Rosario se queda mirando a Pepe como mucho cariño Éste se acerca a ella. La mira enamorado. No se atreve a tocarla por miedo a que desaparezca, a que no sea real. Siente su aliento.

--eres tú... Rosario.

--Pepe.

Rosario da el paso y lo abraza llorando. Pepe se aferra a ella con desesperación.

--¡¡te amo, te amo¡¡¡te amo Rosario¡¡

Ésta lo mira perpleja. Hace años que sueña con escuchar esas palabras y no puede creer que su amado al fin le esté diciendo que la ama. Pepe habla desde el corazón:

--sé que te fuiste por mi culpa, porque nunca te abrí mis sentimientos. Fui un tonto... te amo, te amo.

Rosario lo mira con culpa pero le da demasiado vergüenza confesar porque se fue en realidad. Se miran entre lágrimas.

--no sigas, no digas nada. Yo también te amo.

Pepe la mira emocionado:

--desde hace años que sueño con este momento,  con volver a tenerte para mi... Vamos a olvidar todo. Vamos empezar desde donde nos dejamos.

Rosario su aferra al amor de ese hombre:

--si, sí. Eso es lo que quiero. Eso es lo que necesito. Lléname de ti. Llename de vida, llename de amor...






Pepe se lleva a su chica hasta su casa. No hay nadie. Se miran frente a la cama. Ella tiembla pero se deja llevar. Cierra los ojos. Pepe la trata con mucha dulzura. No se dicen nada pero él la nota cambiada, la nota asustada, la nota como si fuera su primera vez. Rosario siente miedo al dolor, a no poder olvidar. Con su amor, su ternura, su paciencia Pepe logra que Rosario olvide, que Rosario se entregue, que Rosario goce. Después de darse el uno al otro yacen abrazados el uno en brazos del otro. Rosario besa el pecho desnudo de su hombre. Está feliz, el pasado ha quedado atrás. Está segura que ahora sí será feliz. Llora. Pepe la mira sorprendido. La mira a los ojos, la acaricia.

--¿lloras, mi amor?

--Son lágrimas de felicidad. Te amo tanto.

--te he sentido tan asustada, con tantos miedos --dice acariciándola con ternura.

Rosario no lo deja seguir:

--olvidemos el pasado,  hagamos el efecto que nuestra vida empieza hoy..

Pepe la mira enamorado:

--mi vida empieza hoy porque te tengo a ti y te puedo decir que te amo y tú me amas.

Rosario lo abraza fuertemente:

--me gustaría poder quedarme a tu lado, no tener que moverme de tus brazos.

--No te muevas, pasa la noche conmigo.

--¿y tu padre?

--él está fuera del pueblo. En estos años se la pasa viajando por motivos del trabajo. En realidad se puede decir que estoy sólo. Me gustaría mucho amanecer y encontrarte a mi lado.

Rosario sabe que antes de estar con Pepe debería cumplir sus obligaciones como madre pero nunca pudo hacerse a la idea que había tenido un hijo y piensa que no viene de un día.

--claro que me quedo. Me quedo contigo aquí y ahora. Aquí y siempre.

Pepe y Rosario se vuelven a abrazar y a besar.


Al día siguiente, Pepe y Rosario despiertan felices juntos, se duchan juntos, desayunan juntos. Están felices, pero ella tiene prisa.

--¿no puedes esperar 5 minutos? Así me acompañas al trabajo.

--es que quiero ir a casa de mi hermana. Supongo que los niños estudiaran y quieron llegar antes que se vayan.

--pues la verdad es que no sé...

--quiero verlos ahora ¿tú no sabes como les van las cosas? ¿y mi cuñado?

--No, la verdad es que no sé.





Rosario llega a esa casa nerviosa. El Pollo la recibe sorprendido.

--a buenas horas te apareces.

El hombre está borracho.

--veo que no has cambiado tus costumbres,  te debería dar vergüenza.

--¡¡tú no eres mejor que yo¡¡¡yo me quedé aquí y tú abandonaste a tu hijo¡¡

--¡¡tuve mis motivos¡¡

--¡¡¡yo también tengo mis motivos para beber¡¡

--pero ya estoy aquí y...

Casimiro la interrumpe:

--¿y donde te vas a quedar?

--pues aquí.

--No, tu habitación la ocupa tu hijo.

--bueno pero...

-¡pero nada. Tú te fuiste. Esta es mi casa y no se me pega la gana que vuelvas¡¡

Alertado por el ruido, Carmelo que estaba en la ducha sale envuelto en una toalla y mojado.

--¿¿que es lo que pasa, papá??

Rosario lo mira sorprendida. Su hijo es ya todo un hombre. Siente sentimientos desconocidos para ella hasta ese momento.

--es mi hijo, es mi hijo... --se dice.

Antonia, que se estaba secando el pelo con el secador, sale de su habitación. Aunque siempre había visto a los dos como los hijos de su hermana, Rosario se da cuenta que algo en ella está cambiado, que está mirando a Carmelo con los ojos de una madre.

--¿¿y usted quién es?? --dice Carmelo a la defensiva.

A Rosario le duele que su hijo lo trate con esa frialdad.

--Soy Rosario --dice con un nudo en la garganta.

Casimiro la mira desafiante.

--¿la hermana de mi mamá? --pregunta Antonia.

Rosario hace que sí con la cabeza. Tía y sobrina están a punto de abrazarse pero Carmelo, muy molesto porque ha extrañado el cariño que esa joven le dio de niño, aparta a su hermana de Rosario y muy enfadado dice:

--¿¿¡y se puede saber que hace en nuestra casa???¡¡¡usted se fue... nos abandonó¡¡¡¿que viene a buscar ahora?

Rosario no se esperaba que su hijo la tratara con tanta dureza.

--no me trates así. --triste.

Muy dolido por todos esos años de carencia, Carmelo dice:

--¡¡usted se fue, pues ahora nadie la necesita¡¡

Rosario sufre, Casimiro disfruta al ver a Rosario sufrir por su hijo. Con burla mira a Carmelo con una paternidad que nunca le demostró y dice:

--pues hijo, tu tía se quiere quedar a vivir con nosotros,  yo ya le he dicho que aquí no cabe.

---¡pues así es. Ya oyó a mi padre. En esta casa nadie la quiere¡¡ --Carmelo.

Antonia no quiere contradecir a Carmelo. Los tres miran a Rosario con dureza y ésta se va muy triste. Como siempre, Antonia busca refugio en Carmelo. Se abrazan, sus pieles arden de deseo


Al llegar del trabajo, Pepe se sorprende al encontrar a Rosario en la puerta muy triste.

--¿que haces aquí?

Rosario lo abraza llorando.

--mi cuñado me echó de la casa. Los niños no me quieren. No tengo donde ir.

Pepe la acaricia, sonríe:

--mi casa es tu casa. A mi me gustaría que vivieras conmigo.

--pero es que... es la casa de tu padre.

--es mi casa también y a mi padre no le importará que viva en ella con mi esposa.

Rosario lo mira sorprendida:

--¿que?

Pepe se arrodilla ante ella, la besa en la mano y le pregunta:

--¿te quieres casar conmigo?



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Final

  Rosario y Pepe están conmocionados mientras que la policía se llevan los cuerpos de José Fernando y Lucas. En cierta manera, Pepe se sient...